viernes, 10 de junio de 2011

Arquitectura Renacentista en España: del Plateresco al Escorial. Escultura: los primeros imagineros: Berruguete y Juni. Pintura: El Greco.

Arquitectura Renacentista en España: del Plateresco al Escorial. Escultura: los primeros imagineros: Berruguete y Juni. Pintura: El Greco.

En España, las formas renacentistas italianas son recibidas y aceptadas con ciertas reticencias. Se estima que el conocimiento y la incorporación de las formas y estética de la Antigüedad Clásica no deben suponer la ruptura con la cultura medieval gótica. Hay una persistencia en España de las formas medievales hasta el último tercio del siglo XVI, cuando el arte de El Escorial se impone.

En la evolución de la arquitectura español se distinguen tres fases que corresponden a los tres tercios del siglo XVI: plateresco, plateresco purista y herreriano.

En el plateresco, las formas góticas se enriquecen con una abuntandísima decoración minuciosa, prodigándose el repertorio decorativo que viene de Italia. En esta etapa el centro fundamental es Salamanca, con la Casa de las Conchas y su Universidad.

En el plateresco purista el centro fundamental es Granada con su Catedral.

Ya en el último tercio del siglo XVI, en tiempos de Felipe II, con la construcción del monasterio de El Escorial, debida a Juan Bautista de Toledo y a su continuador Juan de Herrera, encontramos un estilo totalmente desornamentado, el herreriano, en el que la belleza del edificio radica fundamentalmente en la pura arquitectura. La influencia técnica de esta construcción de El Escorial y su estética son fundamentales para la iniciación del barroco español.

Escultura española del Renacimiento, los primeros imagineros.

En el siglo XVI, Valladolid se convierte en el primer centro de la escultura renacentista española. Se sigue utilizando, como en la última fase del gótico, la madera como material escultórico que, convenientemente policromada, se ofrece en los altares y retablos, prestándole con el oro y los colores una gran riqueza, al margen de los principios clásicos de la escultura renacentista italiana.

Es en el segundo tercio del siglo XVI cuando claramente se definen las características del renacimiento escultórico hispánico, con dos artistas excepcionales que trabajan en Valladolid. El primero de ellos y más famoso es Alonso Berruguete, del que destacamos su arte nervioso y expresionistas en las deformidades anatómicas, de un gran ímpetu. Ejemplos de su escultura es el Sacrificio de Isaac, en Valladolid o el Sepulcro del Cardenal Tavera, en Toledo.

Por otro lado, su coetáneo Juan de Juni, también establecido en Valladolid, se distingue por su cuidado técnico y la angustia vital que expresan sus figuras, que recuerdan a Miguel Ángel. Destacamos de él el Retablo Mayor del Santa María de la Antigua, en Valladolid.

Pintura: El Greco.

De la pintura renacentista española destacamos por encima de todo la figura de El Greco. En 1541 nace en Creta el que será el pintor más característico del Renacimiento español. Después de iniciar sus estudios en Creta, en 1570 viaja a Venecia, donde se forma con Tiziano (de la llamada Escuela veneciana), de quien toma el criterio de la primacía del color como vehículo expresivo, y la importancia de la luz, tanto en las composiciones como en el cromatismo (el color como tal). Asimismo tiene la influencia de Tintoretto, de quien recoge el empleo de la luz coloreada con finalidad expresiva.

Tras pasar por Roma, El Greco en 1575 llega a Madrid y seguidamente se traslada a Toledo. Para El Escorial ejecuta el magnífico Martirio de San Mauricio. En sus primeros años de estancia en Toledo realiza el Expolio para la sacristía de la catedral de Toledo, y seguidamente el conocido Entierro del conde Orgaz, su obra maestra. En Toledo El Greco destaca como retratista, en su intención de dar una interpretación espiritual del retratado a través de la mirada, de las manos y la asimetría de la figura. Esta asimetría y el empleo de colores fantásticos y expresivos, reflejo de una profunda agitación espiritual son notas distintivas en sus magníficos cuadros religiosos. También destaca como paisajista con las representaciones de Toledo.

La gran imaginería del barroco español

La gran imaginería del barroco español: Castilla y Andalucía. Murcia.


La escultura barroca española, realizada fundamentalmente en madera policromada, es uno de los capítulos más originales del arte español. Dado su carácter básicamente religioso, ya que su mayor parte son imágenes de de devoción (característica esencial de la imaginería), se parte del concepto de inspiración directa de la realidad y con la finalidad de despertad devoción en los fieles, conforma al espíritu católico contrarreformista de la época.

Se distinguen básicamente dos escuelas en la imaginería española del Barroco: la castellana y la Andalucía. Ya en el siglo XVIII además habrá un foco importante en Murcia con la figura de Francisco Salzillo.

En la escuela castellana es Valladolid el centro de más importante, siendo Gregorio Fernández el artista más destacado. Su arte se inspira en el estudio del natural, en su temática predomina el uso de lo patético y doloroso de la imagen religiosa. Destacan sus vírgenes inmaculadas, casi niñas, en las que la superficie quebrada del manto produce hondos efectos del claroscuro.

En Andalucía, en Sevilla, se distingue Martínez Montañés, que se preocupa por la expresión de la belleza y la melancolía, según vemos en la Inmaculada de la catedral de Sevilla y en el niño Jesús del Sagrario, también en Sevilla. También destacamos otro escultor sevillano de la época, Juan de Mesa, vinculado a Montañés.

El estilo de Montañés deriva hacia un arte más refinado y poético en la obra del gran escultur y arquitecto Alonso Cano, que en su Inmaculada de la catedral de Granada, nos da una versión idealizada que en cierta forma entronca con el Renacimiento.

Finalmente apuntar que en el siglo XVIII la influencia del arte napolitano se ve reflejada en la llamada escuela murciana, cuyo mayor representante es Francisco Salzilllo, de gran religiosidad también.

Rembrandt

Rembrandt (1606-1669)

Nota: Esta pregunta vendría detrás de Rubens y la pintura flamenca y holandesa del XVII.

Rembrandt es el pintor más importante de la escuela barroca holandesa. Sus dos obras más importantes son la Ronda de Noche, de su primera época, y la Lección de Anatomía del doctor Tulp, de su segunda. Son esenciales sus retratos de grupo, así como de individuos. Es el gran intérprete de la sociedad burguesa holandesa y el primer artista que no depende del mecenazgo de la corte o de la aristocracia, sino que vende sus productos en el mercado.

Escultura y pintura románica

Escultura y pintura románica

Aspecto fundamental del arte románico es la aparición de una escultura monumental que se incorpora al edificio. En este sentido es nota esencial la llamada “ley del marco”, según la cual las formas escultóricas se someten a la arquitectura, de tal manera que la escultura está determinada por el espacio arquitectónico que ocupa. Tanto las representaciones en los capiteles de las columnas, como las esculturas que se adosan a los fustes de éstas, así como también la distribución de figuras en los tímpanos, se ajustan al espacio arquitectónico, por lo que se pierde el concepto de canon clásico, y más que la belleza en la forma al escultor le preocupa fundamentalmente la expresión.

En la concepción de la escultura domina tanto el carácter significante de la imagen –interesa más lo que se representa que la belleza de la forma-, como el carácter docente, pues es el contenido, es decir, su significación, lo que importa. De ello se deriva el predominio del carácter simbólico de la escultura y su preocupación por expresar los problemas del mundo y la majestad de la gloria divina. Surge el mundo diabólico, el mundo de los pecados, y simultáneamente, la figura del Pantócrator, es decir, la del Todopoderoso que bendice a los justos en su carácter de juez en el Juicio Final.

Como ejemplos internacionales sobresalen los tímpanos franceses como el de Mossaic, y en la Península el claustro de Silos y el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.

Igual que la escultura, la pintura románica se incorpora plenamente al templo, aplicada a los muros. La técnica seguida es la llamada al fresco. En el ábside de las iglesias románicas se suele situar el Pantócrator y los cuatro evangelistas, es decir, el Tetramorfos. El Pantócrator sedente tiene el libro de la vida en su mano izquierda, bendice con la derecha, y está rodeado por la mandorla o la almendra mística, que simboliza el resplandor de la luminosidad divida.

En España tienen singular importancia los abundantes ejemplos de iglesias pirenaicas, especialmente las pinturas románica de la iglesias de Sant Climent de Tahüll, y también el Panteón Real de San Isidoro de León.